En la misma medida que han ocurrido avances importantes en la tecnología, en la medicina o en otras ciencias que apoyan al progreso humano; también se han dado pasos agigantados en el mundo del crimen, la corrupción y el engaño. Y es, como nos dice la historia y la vida, no todo es color de rosa, así como existe el bien, existe en igual o mayor medida el mal.
Entonces, mis bellezas, toca ponernos “modo serio” por un momento y hablar de una realidad palpable a la cual no se le da la atención que merece.
Como en muchas industrias, la de la moda no está exenta de problemas o escándalos, y no del drama por el que vivimos y morimos, sino algo más crudo y preocupante. Sin más rodeos, efectivamente, nos referimos al “lavado de dinero”. Y sí, algo tan incompatible con el glamour del mundo de la moda, resulta ser uno de los fenómenos delictivos más comunes en tiempos recientes en dicha industria.
En primer lugar, para definir este hecho delictivo sin mucho tecnicismo innecesario, puede explicarse en sus 3 fases que concurren de manera consecutiva: (a) Colocación o placement, en la que se mueven los valores o fondos derivados de actividades ilegales hacia un lugar o una fuente que no levante mayores sospechas o no tenga tanta fiscalización; (b) Estatificación o layering, en la que se separan estos valores o fondos en montos más pequeños mediante transacciones financieras complejas (giros de dinero por ejemplo), camuflando su procedencia; y, (c) Integración o integration, en la que los valores o fondos ya separados y camuflados se utilizan como dinero común y corriente en operaciones financieras o comerciales.
Y es aquí, donde entra a tallar la industria de la moda, porque el lavado de dinero en su tercera etapa puede integrarse tanto desde actividades comerciales de exportación de insumos necesarios para la industria de la moda (textiles, cierres, botones, hilo, etc.), como en algo tan simple como simular actividades comerciales con una empresa del rubro del fast fashion.
Así es como, en búsqueda de legitimidad, los agentes que incurren en esta conducta delictiva instrumentalizan a la industria de la moda, alejándola de sus fines no solamente comerciales sino también creativos. Simple y llanamente, se demerita e insulta la labor de toda la cadena de suplemento, de los diseñadores y profesionales que, con esfuerzo y dedicación, entregan no solamente su tiempo sino también su reputación a esta labor.
Ahora bien, de forma simple y sintética, se puede considerar que los principales efectos del lavado de dinero son:
1. Deformación del consumo.
2. Crecimiento artificial de los precios.
3. Afectación de tasas de crecimiento económico.
4. Los negocios ilegales “infectan” con dinero ilegal a negocios legítimos.
5. Corrupción y coimas.
6. Incremento de tasas de criminalidad.
7. Desestabilización de instituciones políticas.
Si llegaste hasta aquí, queridísimo lector, te felicito, porque demuestras que realmente te interesa el lado crudo y orgánico de la industria de la moda. Y es con todo esto que, a manera de conclusión, la industria de la moda, pese al ambiente refinado, profesional y creativo en el que se desarrolla y que ha logrado consolidar, no escapa de convertirse en un peón indirecto en el fenómeno delictivo del lavado del dinero.
De esta forma, se infectan todos los engranajes que hacen funcionar al mundo de la moda, se heredan las consecuencias negativas del lavado de dinero y, no solo eso, sino que también vemos que, de no continuar en la lucha en su contra, la industria de la moda estaría en riesgo de ser el blanco común de estas prácticas.